Empezaron haciendo nuestra vida más fácil ayudando en las tareas del hogar y cada vez están presentes en más ámbitos de nuestras vidas. Los robots han evolucionado, son más versátiles y menos costosos por lo que su uso se ha disparado. La próxima parada de la robótica está en la construcción, un sector que se ha modernizado a un ritmo más lento que el frenético pulso de su mercado. Desde hace tiempo la ciencia ha ido ganando terreno en el mundo del cemento y el ladrillo y por ejemplo es habitual el uso de drones para las inspecciones de terreno o de grúas cada vez más sofisticadas. También los materiales empleados están en constante evolución, como lo están los programas informáticos para diseño de edificios y comercialización. En lo único que se sigue casi igual que en el siglo pasado es en el trabajo de albañilería. Ahí es dónde la robótica ha descubierto un campo nuevo por explorar y ya se están dando pasos para la sustitución de la mano de obra por máquinas.
Científicos de la Universidad Carlos III están trabajando en un proyecto de múltiples sistemas integrados encargados de automatizar la construcción completa de un edificio, ensamblando los componentes planta por planta y subiendo de nivel según va ganando altura la estructura. No es un caso aislado. En Australia hay un prototipo capaz de levantar una casa en dos días y una empresa norteamericana ultima los detalles de SAM100, un robot capaz de colocar ladrillos hasta seis veces más rápido que un obrero, lo que supone una elevada reducción de costes y tiempo para la creación de nuevas viviendas. Otras compañías están estudiando la posibilidad de levantar un bloque de viviendas en cuestión de horas con una espuma que se endurece al contacto con el aire.
Por ahora son ideas experimentales, aunque pronto estarán en el mercado, pero lo que sí es una realidad ya palpable es que varias empresas han comenzado a producir módulos en fábricas de cuartos de baños y cocinas que posteriormente se instalan en las casas. Esta medida conlleva ciertas ventajas ya que reduce los retrasos en la ejecución de las obras, permite la incorporación laboral de la mujer a un sector dominado por hombres y pone fin a los problemas para conseguir mano de obra cualificada. Sin embargo, también cuenta con detractores que consideran que en la construcción no se puede llegar a un grado de automatización similar al de la industria del motor, que siempre será necesario el factor humano, que los elevados costes que conllevan esos robots harán que únicamente las grandes empresas puedan sobrevivir ya que los pequeños constructores se hundirán al no poder competir en tiempo y precio y que los problemas de la falta mano de obra derivan de que las condiciones laborales que ofrece actualmente el sector no son suficiente para atraer a los mejores profesionales.
El debate está servido.