El coronavirus ha supuesto un terremoto, pero después de cada crisis, siempre llegan las oportunidades. La rehabilitación de viviendas supondrá un impulso en la recuperación económica gracias a la lluvia de millones de los fondos europeos, que permitirán al continente recuperar el tiempo perdido en una de sus asignaturas pendientes: renovar un parque de edificios viejo y poco eficiente.
España es uno de los últimos alumnos de la clase, pero quiere convertirse en uno de los más aventajados. Según publica El País («Un tsunami de rehabilitación») el Gobierno invertirá en los próximos tres años más dinero en esta tarea que en los quince precedentes. Las cifras no dejan lugar a la duda: más de medio millón de viviendas a rehabilitar a corto plazo, multiplicar por cinco el volumen en la hoja de ruta para las dos próximas décadas y generar en este tiempo cerca de 400.000 puestos de trabajo.
La rehabilitación de viviendas no responde a un capricho, sino que es un paso ineludible para alcanzar los objetivos medioambientales fijados por Europa. Los hogares particulares representan casi un 40% de los gases de efecto invernadero. Es necesario reducir su impacto ecológico y eso solo se consigue mejorando la eficiencia. No basta con cambiar las calderas, ya que actualmente de cada diez euros gastados en confort térmico, seis se pierden por la ventana o el balcón. Es preciso mejorar el aislamiento.
El revestimiento de fachadas y los paneles instalados por Termopiedra ayudan a no desperdiciar energía. Además de mejorar la calidad de vida, la rehabilitación minimiza la pobreza energética ya que es precisamente en las viviendas de menos recursos en las que se notará más el impacto de la inversión al reducir el consumo y por lo tanto la factura mensual.